jueves, 28 de marzo de 2013

EL CÁNCER Y LOS PRODUCTOS LÁCTEOS


Cuando descubrió que tenía cáncer, su mundo se vino abajo. Pero, a pesar de haber tenido cuatro recaídas, Jane se negó a tirar la toalla. Escribió un libro sobre la experimentación que ella hizo sobre sí misma: “Your Life in your Hands” (Tu vida en tus manos). Ideó una dieta revolucionaria y un estilo de vida, que ella cree le ha salvado la vida, que puede ayudar a otras mujeres a no caer presas de la enfermedad.


La Profesora Jane Plant es una esposa, una madre y una reconocida y respetada científica por su trabajo en geoquímica.
Cuando en 1987, a la edad de 42 años, descubrió que tenía cáncer, su mundo se vino abajo. Pero, a pesar de haber tenido cuatro recaídas, Jane se negó a tirar la toalla. Escribió un libro sobre la experimentación que ella hizo sobre sí misma.: “Your Life in your Hands” (Tu vida en tus manos), edición Virgin, UK. Ideó una dieta revolucionaria y un estilo de vida, que ella cree le ha salvado la vida, que puede ayudar a otras mujeres a no caer presas de la enfermedad.

Aquí su experiencia:

“Sufrí la amputación de una mama y me sometieron a radioterapia. Y ahora estaba recibiendo una quimioterapia dolorosa. Me vieron las especialistas más eminentes del país. Pero en mi fuero interno, estaba segura que me estaba enfrentando a la muerte.  Tenía un marido maravilloso, una casa preciosa, y dos hijos jovencitos para cuidar. Afortunadamente esto me llevó a descubrir hechos, algunos que sólo unos cuantos científicos conocían en aquella época.
Cualquiera que haya estado en contacto con el cáncer de mama, sabrá que hay ciertos factores de riesgo:
• el aumento de la edad
• una temprana menarca (1ª regla antes de la edad habitual)
• una menopausia tardía
• un historial familiar de cáncer de mama

Todos estos factores están fuera de nuestro control. Pero hay muchos factores de riesgo que podemos controlar fácilmente. Estos riesgos controlables se traducen en simples cambios que todos podemos hacer en el día a día de nuestras vidas, para ayudar a prevenir o a tratar el cáncer de mama.
¡Mi mensaje es que incluso el cáncer de mama avanzado se puede VENCER porque YO LO HE CONSEGUIDO!

La primera pista para comprender lo que estaba causando mi cáncer de mama, vino de mi marido Peter, que también era un científico, cuando volvió de China y me empezaron a dar quimioterapia.
Me trajo postales y cartas, Como también unos asombrosos supositorios herbales, que mis amigos y colegas Chinos me enviaban. Me enviaron los supositorios como tratamiento para el cáncer. A pesar de la terrible situación, los dos nos echamos a reír mucho, y recuerdo haber dicho que si esto era el tratamiento del cáncer de mama en China, entonces no había que extrañarse que las mujeres chinas evitaran contraer la enfermedad! Esas palabras hicieron eco en mi mente: ¿POR QUÉ LAS CHINAS NO CONTRAÍAN CÁNCER DE MAMA?

La enfermedad era virtualmente inexistente en toda China. Sólo una de 10. 000 mujeres moría de cáncer de mama, comparado con esa terrible cifra de una de 12 en el Reino Unido y aún peor, la medía de una de 10 mujeres en la mayoría de los países occidentales, había una diferencia sustancial.
La cuestión no es que China sea un país más rural y con menor polución urbana. En Hong-Kong, que es altamente urbano, la tasa sube a 34 mujeres de 10. 000, pero sigue siendo mucho menor que en Occidente.
Las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, tienen tasas similares a las de la de China, y hay que recodar que estas dos ciudades fueron atacadas en 1945 con armas nucleares, así que además de los cánceres relacionados con la polución, uno se esperaba encontrar casos relacionados con la radiación. Pues no, la conclusión que se puede sacar de estas estadísticas impacta. Si una mujer occidental tuviera que ir a vivir a la industrializada e irradiada Hiroshima, reduciría a la mitad su riesgo de contraer cáncer de mama.

Obviamente esto es absurdo: Me parecía obvio que algún factor del estilo de vida no relacionado ni con la polución, ni con la industrialización o medio ambiente, estaba incrementando seriamente las probabilidades de contraer cáncer de mama.  Entonces descubrí lo que causaba la gran diferencia de las distintas tasas del cáncer de mama entre países orientales y occidentales. NO ES UNA CAUSA GENETICA. La investigación científica mostró que cuando chinas o japonesas se trasladan a Occidente, en una o dos generaciones, su tasa de contraer cáncer de mama, se acerca a las tasas de la comunidad que les acoge.

Lo mismo ocurre cuando Orientales adoptan un estilo de vida completamente occidental en Hong-Kong. Para los chinos toda la comida occidental, incluyendo todo desde el helado, el chocolate hasta los espaguetis y queso, es “Comida de Hong-Kong” porque allí en la antigua colonia británica se podía encontrar todos esos alimentos, que escaseaban en la antigua China continental.

Por lo tanto me parecía lógico que lo que fuera que estaba causando mi cáncer de mama, y su gran incidencia en este país (Gran Bretaña) en general, tenía que ver con seguridad con el estilo de vida occidental.
Aquí hay un punto importante para los hombres también. He observado en mi investigación que mucho de los datos relacionados con el cáncer de próstata conducen a similares conclusiones.
Según los datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) el numero de hombres contrayente de cáncer de próstata en la China rural es insignificante, pues el 0.5 de hombres de 10. 000. Cuando en Inglaterra, Escocia y Gales, sin embargo, esta cifra es 70 veces más elevada.

Como el cáncer de mama, es una enfermedad de la clase media, que ataca a los más ricos y a las clases socio-económicas más altas, aquellos que se pueden permitir comer alimentos ricos en calorías y en diversas sustancias.  Recuerdo haber dicho a mi marido: “Venga, Peter, acabas de volver de China ¿En que diferencia el estilo de vida de China con relación al nuestro? ¿Por qué no contraen cáncer de mama?
Decidimos utilizar nuestro saber científico y utilizarlo con lógica. Estudiamos los datos científicos con relación a las grasas de la dieta. Investigadores habiendo descubierto, en los años 1980 que sólo un promedio del 14% de las calorías de la dieta de los chinos eran de grasa, comparado al 36% en la dieta occidental. Pero la dieta que yo había seguido durante años antes de tener el cáncer de mama era baja en grasa y alta en fibra.
Además, como científica, sabia que el comer grasa, en adultos, no ha sido probado que aumente el riesgo de tener cáncer de mama, en la mayoría de las investigaciones que siguieron a grandes grupos de mujeres durante una docena de años. Entonces un día algo especial ocurrió. Peter y yo hemos trabajado tanto tiempo juntos a lo largo de los años que no estoy segura quién de los dos dijo primero:¡Los chinos no comen productos lácteos!. . . “
Es difícil de explicar a una persona no-científica la repentina reacción mental y emocional que sientes cuando tienes la impresión de haber descubierto algo importante. Es como si tuvieses un montón de piezas de un rompecabezas en tu mente y que de repente en unos segundos, todos caen en su sitio y todo el cuadro está claro.

De repente recordé cuantos chinos eran físicamente incapaces de tolerar la leche. Como los chinos con quién había trabajado decían siempre que la leche era sólo para bebés, y como uno de mis buenos amigos siempre, con mucha educación, se negaba a comer queso en las cenas a las cuales estaba invitado.

No conocía ningún chino que llevando una vida tradicional china utilizara vaca ni productos lácteos para alimentar a sus bebés. La tradición era de utilizar una ama nodriza, pero jamás productos lácteos.

Culturalmente, los chinos encuentran nuestra preocupación occidental por la leche, muy extraña. Recuerdo haberme ocupado de una gran delegación china de científicos poco después del final de la Revolución Cultural en los años 1980. El Foreign Office (Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido) nos aconsejó encargar un pudding que tuviera mucho helado. Después de haberse informado en que consistía, todos los chinos, incluido el intérprete, con muy buenos modales, pero muy firmemente, rehusaron tomarlo, y no hubo manera de convencerlos de lo contrario. En aquel entonces nos alegramos todos pues pudimos tomar doble ración!

Descubrí que la leche es una de las causas de las alergias alimenticias. Más de 70% de la población mundial es incapaz de digerir el azúcar de la leche: la lactosa lo cual ha llevado a los nutricionistas a pensar que esto es la condición normal de los adultos, y no una deficiencia. Quizás la naturaleza está intentando decirnos que estamos comiendo un alimento equivocado.


Antes de tener cáncer de mama la primera vez, había comido muchos productos lácteos, como leche desnatada, queso y yogur bajos en grasa. Los había utilizado como mi principal fuente de proteínas. También comía carne picada, barata, magra de vaca, y ahora me doy cuenta que seria una vaca lechera.
Para soportar la quimioterapia que recibí por mi quinto cáncer, había estado comiendo yogur orgánico para ayudar a mi sistema digestivo a recuperarse y repoblar mi tubo digestivo con “buenas” bacterias.
Recientemente descubrí que allá por los años 1989 el yogur fue implicado en el cáncer de ovario. El Dr. Daniel Cramer de la Universidad de Harvard (USA) estudió a centenares de mujeres con cáncer de ovarios y les hizo detallar lo que comían. ¡Ojalá hubiese sabido de sus descubrimientos antes!

Siguiendo lo que yo y Peter habíamos descubierto con relación a la dieta china, yo decidí suprimir no sólo el yogur sino todos los productos lácteos inmediatamente. El queso, la mantequilla, la leche y todo aquello que llevaba productos lácteos los tire a la basura. Es increíble cuantos productos, incluyendo sopas, galletas, pasteles comerciales contienen productos lácteos. Incluso algunas margarinas supuestamente de soja, girasol, o de aceite de oliva, para untar, llevan productos lácteos. Entonces empecé a leer con atención todas las etiquetas y la letra pequeña.

Llegados a este punto, estaba observando el progreso de mi quinto tumor canceroso con un compás anotando los resultados. A pesar del aliento y animo que me daban mis médicos y enfermeras, mis propias observaciones me decían la amarga verdad.
Mis primeras sesiones de quimioterapia no tuvieron ningún efecto. El tumor seguía del mismo tamaño. Entonces suprimí los productos lácteos. En sólo días el tumor empezó a encogerse Dos semanas después de mi segunda sesión de quimioterapia y una semana después de haber suprimido los productos lácteos, el tumor de mi cuello empezó a picarme. Luego empezó a ablandarse y a reducirse de tamaño. El tumor se hacia cada ve más pequeño.
Un sábado por la tarde, unas 6 semanas después de haber suprimido los productos lácteos de mi dieta, empecé a hacer una hora de meditación y luego palpé lo que quedaba del tumor. Ya no quedaba nada.
Sí, estaba muy acostumbrada a detectar los tumores cancerosos. Había descubierto mis 5 tumores yo misma. Le pedí a mi marido que palpara mi cuello. El tampoco encontró ningún tumor.

El jueves siguiente tenía hora con mi oncólogo en Charing Cross Hospital de Londres. Me examinó a fondo, sobre todo mi cuello donde estaba el bulto. Se maravilló:”¡No lo encuentro!”, dijo. Ningún médico, por lo visto, se esperaba que nadie con mi tipo de cáncer al nivel que estaba (ya había invadido el sistema linfático) que sobreviviera!
Mi especialista estaba tan feliz como yo. Cuando al principio discutí mis ideas con él, estaba comprensiblemente escéptico. Pero ahora utiliza mapas de China mostrando la mortandad por cáncer en China, en sus conferencias y recomienda una dieta sin productos lácteos a sus pacientes!

Ahora pienso que la relación entre los productos lácteos y el cáncer de mama, es similar a la relación entre el fumar y el cáncer de pulmón. Creo que identificando la relación entre el cáncer de mama y los productos lácteos y siguiendo una dieta específica para mantener la salud de mi mama y de mi sistema hormonal, me curó.Fue difícil para mí, como lo podría ser para vosotras, el aceptar que una sustancia tan “natural” como la leche, pueda tener implicaciones tan tremendas para la salud.”

Dieta libre de productos lácteos y cáncer de mama/colon
¿Es que alguien tiene opiniones o experiencias con relación a los planteamientos de la Prof. Plant? La científica británica, Jane Plant, que cree que una dieta sin productos lácteos le ayudó a recuperarse de su cáncer de mama, habló con Katie Donovan.

Tentada por un pastelito de crema, te disuades de ello pensando lo malo que es el atascamiento de las arterias por la grasa. Optas por yogures desnatados y leche desnatada en tu té, felicitándote de tu sensato auto-control. Según un nuevo libro original, que habla del cáncer de mama (que mata 600 mujeres en Irlanda anualmente), los productos lácteos, que sean enteros o desnatados, deberían ser suprimidos de un día para otro del menú de todo el mundo. (Son también responsables del cáncer de próstata, así que de verdad quiero decir todo el mundo).

La Prof. Jane Plant, PhD, CBE, autora del libro “Your life in your hands” (Tu vida en tus manos), fue diagnosticada de cáncer de mama hace 13 años. Tenía 42 años y era una bioquímica con éxito (es ahora Jefe científico del British Geological Survey) y pensaba que llevaba una vida sana. No tenía un historial familiar de cáncer de mama. Descubrió que “sólo 5 a 10% de los cánceres de mama son resultados de genes heredados, y la enfermedad no siempre se manifiesta, aún en aquellas que llevan el gen mutado. “

Mareada por la jerga médica y helada de pánico, se apoyó en su entrenamiento científico para intentar entender como había desarrollado la enfermedad, y de cómo se podía curar.
Se puso a la dieta Bristol. Le hicieron una mastectomía (supresión quirúrgica de la mama), la irradiaron los ovarios (para provocar la menopausia y suprimir los estrógenos). Hizo muchas preguntas y mucha investigación. Pero no llegaba a nada.

Una noche, con su marido científico, se pusieron a darle vueltas al porqué de que en Occidente 1 de cada 10 mujeres contrae cáncer de mama (1 de cada 14 en Irlanda), mientras en China sólo 1 de cada 10.000 lo cogía. Y de repente la pareja tuvo la respuesta: “¡En China no comen productos lácteos! . . . ¡¡EUREKA!!”

Plant eliminó todos los productos lácteos (incluido los de cabra y oveja) de su dieta. Seis semanas después, su tumor había desaparecido. Cuando me encuentro con ella veo que es una mujer con aspecto joven a sus 55 años, bebiendo un té de menta y un sándwich de atún (sin mantequilla ni mayonesa). Se mantiene con su dieta sin productos lácteos y sigue sin cáncer.

Suprimiendo los productos lácteos de su dieta fue sólo parte de un plan sano que se había trazado durante su cáncer. También tomaba suplementos de ácido fólico y de zinc. Bebía agua filtrada y jamás consumía nada que estuviera envuelto, empaquetado en plástico (pthalates, producto químico nocivo, sale del plástico y penetra en los alimentos).

A pesar de todos sus esfuerzos fue únicamente cuando suprimió los productos lácteos que el cáncer desapareció. 63 mujeres que tenían cáncer de mama y que fueron a ella para pedirle consejo, también curaron después de dejar de comer productos lácteos.

Entonces se preguntó: ¿pueden los productos lácteos, tan queridos de los británicos como de los irlandeses, sin hablar de los americanos cuyas dietas son del 40% en productos lácteos, tener un efecto tan letal? “La leche está prevista como el alimento perfecto para los animales recién nacidos. Ellos no pueden comer alimentos corrientes, dependen de la leche para desarrollarse y mantener la diferenciación celular funcionando. Pero la leche contiene productos químicos como el factor de crecimiento IGF-1, que los niños tienen de modo natural cuando son adolescentes, para ayudarles a desarrollar sus mamas. Este producto químico destinado a estimular el crecimiento de las células puede enviar la señal errónea al tejido de la mama adulta.

Ella cita estudios hechos en EE. UU. y Canadá en 1998 que encontraron que las mayores pre-menopáusicas, con el nivel de concentración más alto en sangre de IGF-1, tenían mucho más riesgo de desarrollar un cáncer de mama (estudios similares han encontrado una relación entre la IGF-1 y el cáncer de próstata). La medicación, tamoxifeno, recetado a las mujeres con cáncer de mama funciona, se piensa, reduciendo los niveles de la IGF-1 en sangre.

“Más del 70% de la población mundial es incapaz de digerir el azúcar de la leche: la lactosa”, decía ella. “La intolerancia a la lactosa podría ser el sistema que tiene la naturaleza de avisarnos con tiempo que estamos comiendo un alimento equivocado. “La homogenización por lo visto sólo consigue que los productos químicos que favorecen el cáncer, lleguen antes a la circulación sanguínea”.
Plant ha hecho sus deberes. “Estudios epidemiológicos han indicado una correlación positiva entre el consumo de productos lácteos y la aparición del cáncer de mama en áreas urbanas”. Cita más datos de investigación para sugerir que los “estrógenos libres” encontrados en la leche de vaca entera, pasteurizada y comercializada, así como en la leche desnatada, pueden estimular la expresión de la IGF-1 y resultan indirectamente en un tumor a largo plazo!”.

Hace una lista de dioxinas y otros productos químicos de medio ambiente que dañan, algunos de ellos cancerígenos, que a menudo son liposolubles y terminan “particularmente concentradas” en la leche.

En cuanto al argumento que necesitamos productos lácteos porque contienen calcio, Plant cita lo que la OMS ha encontrado en sus investigaciones, a saber que países que tienen una toma baja de calcio no tienen un aumento de osteoporosis. “Estudios científicos con relación a la absorción del calcio demuestran que sólo un 18 a 36% del calcio de la leche se aprovechada por el cuerpo”.

Ahora que estamos convencidos ¿qué debemos de comer en lugar de los productos lácteos? Plant recomienda:

Leche de soja 
• Té de hierbas, semilla de sésamo, tofu, nueces, pescado, huevos orgánicos
• Carne magra (no ternera picada, que puede ser vaca lechera)
• Mucha fruta y verduras frescas, orgánicas (ensaladas, zumos o ligeramente al vapor)

¿Pero cómo puede una mujer permitirse el tiempo y la energía para encontrar y preparar estos alimentos? Ella dice que tu prioridad debe de ser los alimentos sanos y no basura. Pero alimentos orgánicos primero. Tu salud es más importante que un coche nuevo. De todas formas no lo encuentro demasiado caro. Lo que no compro son alimentos procesados, que esos, además, son caros”.
Ni su marido ni sus dos hijos tienen problema para seguir su plan de comida. Y a pesar que ella viaja mucho por su trabajo, encuentra que se puede arreglar (incluye muchas pistas y trucos en su libro para saber que llevarse en un viaje: leche de soja en polvo, bolsitas de té de hierbas, tabletas de algas para el yodo, etc…)

Fuente: Fuente: http://poderpensamiento.wordpress.com/2010/06/22/tu-vida-en-tus-manos/


0 comentarios:

Publicar un comentario